Juan Orlando podría volver
Por: Foad Alejandro Castillo
Una de las consecuencias de no ser un escritor consumado, de cualidades innatas, lejísimos de la profesionalidad es el necesitar, a veces desesperadamente, una inspiración, que los grandes artistas de la pluma llaman musa de forma pedante. Fue así, que durante casi diez años el hoy devenido a reo Juan Orlando Hernández casi siempre me atrajo al computador cada vez que ejecutaba uno de sus planes dañinos y usualmente delincuenciales. Pero desde que el famoso juez del distrito sur de Nueva York, Kevin Castel, luego del veredicto de un jurado, dio por finalizado el juicio criminal que el gobierno de Estados Unidos le entabló a través del departamento de justicia siento un incómodo vacío literario.
Entonces, ¿de qué o sobre quién podría escribir? Mas de alguno me dirá que de los de Libertad y Refundación, gente que, además de malvada, es socialista, -según los medios dominantes-, merecen la misma atención, sin embargo, en mi opinión “el hombre” es un personaje con muchos más matices y contradicciones, una máquina generadora de ese morbo malsano que es perfectamente capaz de “robarse los reflectores” en estereotípicas pero divertidas novelas y series policíacas cuyo villano es un desalmado latino perteneciente al mundo del narco.
Así que cualquiera apostaría que pronto caerá en el olvido este señor, que no hace demasiado tiempo nos infundía cerval terror, con la institucionalidad a sus pies, presta para adaptarse a sus aborrecibles deseos, no obstante, protagonista de una risible aprehensión sin el encanto que se espera para un gran mafioso, puesto que era crónica anunciada y él en lugar de intentar escapar, como lo hicieron varios de sus secuaces, cándido, reposaba en su casa, pensando que los yanquis le agradecerían los servicios esmeradamente facilitados aun en detrimento de los intereses del país del que era jefe de estado.
Y cuando estaba a punto de claudicar la luz ha aparecido, la señora Ana García, una mujer que guste o no ha sabido representar exitosamente su papel de esposa fiel y de principios, dando testimonio de la presunta injusticia del sistema penal norteamericano. Ella, digna descendiente de Tiburcio Carías, pese a los feos pronósticos sobre su futuro inmediato, ha resuelto que hay que aprovechar la fragilidad moral y ética de personas e instituciones, por lo que, prematuramente para algunos, lanzó su precandidatura a la presidencia de la república a solo días de la condena del mentado cónyuge. ¡Y lo peor es que despertó las esperanzas en montones de militantes del partido azul!
De modo que Juan Orlando podría volver con rostro de mujer, y eso a sus antiguos socios y compinches les entusiasma sobremanera, porque en un país desmemoriado y sin respeto por la ley nada es imposible, hasta la secuela de “Cara Cortada” en la mismísima casa de gobierno, ya que nuestros oligarcas exigen el renacimiento de la política de transferencia de recursos públicos, y si para ello tienen que darle su bendición a la consorte de un peligroso delincuente no pensarán en el qué dirán.
Sería una gran historia para Netflix.